El psicólogo Guy Winch publica un libro “Emotional First Aid” donde nos propone una forma muy curiosa y muy acertada de ver esas heridas o accidentes emocionales que sufrimos de vez en cuando.

Su planteamiento es tan sencillo que es aquello de “lo fácil a veces es lo que funciona”:

¿Verdad que te pones una tirita (curita) cuando te haces un corte o te tomas antibióticos para tratar una infección?, ¿verdad que si? De hecho si alguien se hace daño o sufre un accidente también le practicamos los primeros auxilios. ¿Y Porque no hacemos lo mismo cuando nos hacemos daño emocional? Cuando sufrimos algún tipo de “herida emocional” esperamos que se cure sola, sin necesidad de ninguna ayuda extra o “tirita emocional”. Se espera que simplemente nos recuperemos, que se nos pase y listos, cuando todos, toooooodos sabemos lo que duele el rechazo, lo que pesa la culpa, o lo duro que es fracasar. Las heridas emocionales pueden ser tan reales como las físicas, y por eso Guy Winch nos propone aprender a practicar “Primeros Auxilios Emocionales” (PAE).

He aquí 7 maneras de practicar “Primeros Auxilios Emocionales”:

(adaptación del artículo publicado en ideas.ted.com) 

1. Presta atención a tus síntomas de dolor emocional: reconocer las primeras señales y ponerse manos a la obra para tratarlo antes de que sea peor.

El cuerpo ha desarrollado el dolor físico para alertarnos de que algo va mal y que necesitamos atender y prestar atención a eso que va mal o que se ha dañado. Lo mismito ocurre con el “dolor emocional”. Los efectos o las consecuencias de un rechazo, de una pérdida, o de un fracaso, que pueden ser: el mal humor, la irritabilidad, la tristeza, o la angustia; son señales de que has sufrido una herida emocional y que hay que prestarle atención y atenderla para que se cure bien.

Para poner un ejemplo, la soledad no escogida, el sentimiento de aislamiento personal puede ser devastador y hiriente emocionalmente. Por eso cuando tú o un amigo/a sienta los efectos de esa soledad emocional que provoca, de seguro, una «magulladura emocional» se debe prestar atención a ese dolor para ayudarnos de forma activa y consciente en la recuperación.

2. Re-conduce tu reacción visceral cuando fracasas. La naturaleza de las “heridas emocionales” lleva a que fácilmente una “herida emocional” lleve a otra y que otros estados emocionales poco saludables se activen a su vez. Un poco como si fueran “infecciones emocionales” que se extienden en nuestra psique. Es aquello de que cuando uno está mal parece que todo se pone mal en todos los sentidos, parece que todo se da la vuelta para mal. En cambio cuando uno está bien parece que eres mas inmune a las “infecciones o accidente emocionales”, que eres mas resistente a posibles «trompadas emocionales».

Por ejemplo, fracasar en algo puede llevarte a que te fijes más en lo que no puedes hacer que en lo si eres capaz de hacer, que pongas mas atención en aquello que no has conseguido en lugar de fijarte en lo que si has conseguido. Eso te quita energía y confianza para volver a intentarlo, o para probar una alternativa. Y claro, si no sigues intentándolo o no buscas otras vías, si no te vuelves a levantar para seguir adelante, entonces seguuuuuuro que no lo consigues (ni eso ni nada), y eso te lleva a una espiral de “no-puedo-no-pude-no-podré” que es una espiral de fracaso anunciado.

Una manera de ponerle un “stop” a esa reacción visceral de enfado con uno mismo y de tristeza (e incluso culpa) es ignorar deliberadamente tu sentimiento de desmoralización y de indefensión y hacer una lista de las cosas que si puedes controlar y si dependen de ti para la próxima vez que lo vayas a intentar («… pero lo volveré a intentar, te lo juro calamar». Por ejemplo plantéate la pregunta de ¿Qué voy a hacer diferente o mejor la próxima vez que lo intente? Darte cuenta de que hay cosas que puedes hacer diferente y puedes mejorar la próxima vez te va a ayudar a salir de ese sentimiento de indefensión y de fracaso, y te va a dar un empujoncito para salir del hoyo porque te obliga a mirar hacia el futuro y hacia lo que si depende de ti. Y es un primer paso para el “si conseguirlo” que te está esperando.

3. Monitoriza y protege tu autoestima. Cuando te sientes como una mierda, como un incapaz o como un fracaso con patas, da un paso atrás y ten “un poquito de por favor” contigo mismo/a. Ten un poco de clemencia y compasión contigo mismo, no te des tan duro que no sirve para nada. Ya se que es fácil de decir y difícil de hacer, pero nadie dijo que curarse las “heridas emocionales” fuera fácil, caramba!

La Autoestima es como un Sistema Inmunológico Emocional que refuerza tu resiliencia y te impulsa fuera del dolor emocional. Es importante tener controlados los pensamientos que te “bajonean” la autoestima, especialmente cuando ya tienes la autoestima tocadita.

Una manera de “curar” tu autoestima dañada es practicar con un truquito de la psicología cognitiva (ahí va la curita emocional): imagina que un buen amigo/a esta sintiéndose fatal consigo misma y que tiene la autoestima por los suelos y que de alguna manera quieres ayudarle. Entonces escríbele un mail para animarlo y subirle la autoestima.

Esos son precisamente los mensajes que tendrías que estar dándote a ti mismo/a, en lugar de machacarte, así que empieza cuando quieras.

4. Cuando los pensamientos negativos son los dueños del lugar, échalos con distracciones positivas.

Cuando una y otra vez te repites mensajes estresantes y estos rebotan como pelotas en el interior de tu cabeza alimentando el malestar y la angustia, es momento de empezar a buscar otras pelotas para hacer rebotar en tu cabeza. Porque ese “comerse la olla” que en ingles se llama “ruminating” sólo te va a llevar a mas dolor emocional.

La mejora manera de parar esa “rumiación” tan poco saludable es distraerte con actividades o tareas que requieran tu atención. Cada minuto que te “distraes” de los pensamientos negativos estás reduciendo tu dolor emocional e impidiendo que la herida emocional sea mayor.

5. Encontrar sentido y utilidad en la pérdida.

Perder es parte de la vida. Pero perder puede herirnos de mala manera y bloquearnos como pocas otras cosas, y puede dejar unas “magulladuras emocionales” profundas.

Si ya ha pasado suficiente tiempo desde la pérdida y sigues sufriendo y encallado en la pena, necesitas encontrar otra forma de entenderlo, otra forma de verlo para que cambie la emoción o como mínimo se reduzca su intensidad. Como decía Albert Ellis: “Tal como pensamos, así nos sentimos.”.

Lo mas oportuno que puedes hacer es encontrarle sentido a la perdida. Puede ser duro, bueno seguro que será duro, pero piensa que puedes ganar (o haber ganado tu) de esa pérdida, que oportunidad te brinda esa pérdida. Imagina los cambios que esa perdida te permite hacer ahora y que puede que te hagan una persona mas capaz, mas libre o quizás lograr algo que sea bueno para ti. Toda pérdida abre puertas de oportunidad. ¿Que oportunidad te está brindando esta pérdida?

6. No dejes que la culpa te encarcele durante demasiado tiempo.

La culpa, sentirse culpable puede ser útil. En la dosis adecuada te puede impulsar a hacer algo para solucionar algo de lo que eres responsable y que ha ido mal o has hecho mal. Puede llevarte a para pedir disculpas cuando es adecuado o enmendar un problema que has generado. Y todo esto en principio es bueno. Pero un exceso de culpa es tremendamente tóxico, y echa a perder tu energía y tu salud emocional, te distrae de lo que realmente es importante y te sume en “barruntaciones culposas” muy desagradables.

Por tanto sentir culpa porque has metido la pata o te has pasado con alguien está bien mientras te sirva para tomar cartas y arreglar lo que has dañado, pero mas allá de eso, la culpa cuando ya te reconcome sin sentido ya no es útil.

Una manera de practicar unos “primeros auxilios emocionales” para la culpa excesiva es directamente pedir perdón. Si, quizás ya te has disculpado antes, quizás ya has pedido perdon, pero pedir perdón es mas complejo que de lo que puede parecer. El elemento crucial que toda disculpa debe contener es una empatía sincera. Expresar con claridad y de verdad tu empatía respecto a como le afectado y como se debe sentir la otra persona.

En otras palabras, tu disculpa debe centrarse menos en “porque lo he hecho” y más en como se ha visto afectada la otra persona. Es más fácil perdonar a alguien cuando sientes que verdaderamente entiende el daño que te ha hecho. Por tanto una disculpa (o pedir perdón) des de la honestidad de expresar tu autentica comprensión de como se ha siente, o ha sentido, la otra persona puede ayudar a que la otra persona te perdone o te disculpe (dis-culpe).

7. Date cuenta de qué “tratamientos para heridas emocionales” te funcionan mejor.

Presta atención a que “primeros auxilios”, que prácticas emocionales te ayudan mas a lidiar con las “heriditas emocionales”.

Por ejemplo, ¿Qué te va bien cuando estás angustiado?¿Qué te funciona cuando estás decaído para animarte?¿Que te funciona para gestionar tu rabia cuando te enfadas? ¿Qué (o quien) te sube la autoestima? En resumen fíjate en que te ayuda cuando necesitas “primeros auxilios emocionales”, cuales son tus analgésicos emocionales, tus aspirinas para el alma, tu agua oxigenada para los rasguños en el corazón. Confecciona tu propio “Botiquín Emocional” y sobretodo checkea tus niveles de salud emocional, especialmente después de una etapa de estrés emocional o una situación difícil.

Y si, esto toma trabajo, consciencia y atención, pero no hay remedios mágicos, hay constancia y auto-conocimiento para no volvernos a encallar en aquello que ya sabemos que nos hace mal o acabar amoratados y heridos por los vaivenes de la vida.

Presta atención a tus estados internos y procura aplicarte las curitas emocionales que resulten mas saludables para elevar tus niveles de salud emocional.

Muchas gracias por vuestra atención y hasta el próximo «descubrimiento».

PD: por cierto, a todos los coach y formadores, el 18 Abril doy un seminario estupendo sobre el ROI DEL COACHING en el Institut Gomà.

instagram default popup image round
Follow Me
502k 100k 3 month ago
Share