Muchos meses sin publicar pero este artículo/entrevista me ha obligado.

A veces encuentro pequeñas «perlas» por ahí, que, aunque como es el caso, resulta imposible que yo pudiera escribirlas por razones obvias, no me puedo resistir a publicarlas.

Gracias a una buena amiga e increible osteópata he dado con esta entrevista maravillosa con un punto de humor que me encanta. ¡Viva la regla! ¡Viva la vida! ¡Aunque duela!!

Una vez más se demuestra que las mujeres son increibles 😉

Entrevista realizada por a Realizada por Alba Muñoz para la revista www.playgroundmag.net a Erika Irusta única pedagoga menstrual del mundo.

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 «Menstruar mola, pero en esta sociedad duele» (Erika Irusta)

Hay un antes y un después de conocer a Erika Irusta. Esta treintañera nacida en Barakaldo (Bizkaia) es la única pedagoga menstrual del mundo, miembro de la única sociedad de investigación del periodo de la Tierra, la Society for Menstrual Cycle Research, localizada en Estados Unidos.

Más de 5.000 personas han acudido a sus enseñanzas, a sus brazos. Después del éxito de su boletín El Camino Rubí, Erika ha tejido una enorme comunidad femenina con potencial para darle un vuelco a todo.

Ahora mismo, mis pechos son rocas hipersensibles. Me siento juzgada y un número considerable de gente me cae mal. ¿Estoy loca?

No estás loca, eres cíclica. Tu cuerpo atraviesa momentos químicos que son más aceptados socialmente y otros que no lo son. En tu caso, en fase premenstrual, tu cerebro está en pelotas, sin hormonas. Te han quitado la piel como a una mandarina y tienes los nervios a flor de piel.

‘Dime que no estoy loca’. Eso es lo que más duele de la regla: creer que esos cambios sólo te pasan a ti, que es un síndrome, que eres bipolar.»

Entonces, ¿estoy alterada?

Al contrario, es un momento en el que estás muy lúcida. Lo que es una locura es tener que soportar el traje de mujer que te has puesto esta mañana sin ganas. Estás en una fase en la que ves muy claro lo que no te gusta, lo que te duele.

¿Puedo contratarte como abogada?

Nos enseñan a ser espléndidas, dulces y complacientes. Es algo que las mujeres aprenden a costa de muchas mutilaciones, una de ellas implica tragar, morderse la lengua. Eso no responde a ningún cromosoma, es una enseñanza de género.

Confieso que cada mes hay un momento en el que creo que no soy dueña de mí misma.

Llevo años trabajando la menstruación con mujeres, y de lo que más se quejan no es del dolor, ni de los retortijones. Me piden: «Por favor, dime que no estoy loca». Es lo que más miedo nos da, y me incluyo. Evidentemente, no lo estamos. No puede ser que más de la mitad de la humanidad esté fuera de sí.

«La fase premenstrual no es un síndrome, no hay que superarla, es un instante de honestidad brutal.»

A grandes rasgos, vienes a decirnos que en pleno siglo XXI las mujeres no sabemos cómo funciona nuestro cuerpo.

Como he dicho, somos cíclicas. Nos fijamos siempre en el sangrado, pero el ciclo es todo el mes. Tenemos cambios hormonales y químicos que producen cambios físicos, mentales y anímicos.

Todo en 4 fases, dos de ellas dominadas por los estrógenos y las otras dos por la progesterona. Que a grandes rasgos serían como Alegría y Tristeza de la película de Pixar.

La primera fase es la menstrual: termina la parte química y tu endometrio es expulsado. En ese momento estrógenos empiezan a subir otra vez, hasta que ovulas. Esta sería la fase preovulatoria: químicamente, tenemos la sensación de que nos vamos a comer el mundo. Ya se te ha ido la regla y es como primavera. Solemos pensar: «¡Esta sí que soy yo! ¡puedo con todo!».

¡Viva! Ay no, que ahora vienen curvas.

Empieza la fase ovulatoria: aparece Tristeza, la hormona progesterona. Si los estrógenos dicen “venga, ¡a tope!”, la progesterona dice “jo…yo prefiero quedarme viendo una peli”.

«Nos enseñan a ser dulces y complacientes, a mordernos la lengua. Y eso no responde a ninguna hormona, es una enseñanza de género.»

Qué gran verdad.

Muchas mujeres experimentan un aumento de la libido, lo cual no debe de ser interpretado como una fase de celo. Las mamíferas humanas no tenemos de eso, nuestra especie utiliza el sexo como medio de comunicación. Aunque estemos más sensuales y pletóricas, asociar la regla a la reproducción es uno de los motivos por los que el ciclo menstrual no se ha estudiado con propiedad desde la ciencia.

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Sigamos hasta el horror: la fase premenstrual.

Si te fijas, a esta fase se la ha catalogado como un síndrome, se lee como una enfermedad. Sencillamente, es el momento en el que las mujeres estamos más sensibles y emocionalmente necesitamos estar más tranquilas, en nuestro mundo. La progesterona hace que estemos así, y la sociedad lo rechaza.

¿Por qué?

No es productivo. Si nuestra sociedad fuera una hormona, sería claramente un estrógeno, tanto a nivel químico como cultural. Los alimentos llevan estrógenos, los cosméticos también. La energía y la productividad son el arquetipo positivo.

La progesterona es una hormona marginal. Lo bueno de la película de Pixar es que se ve que sin Tristeza no hay equilibrio.

«A la fase premenstrual la han catalogado como un síndrome, se lee como una enfermedad. Sencillamente, es el momento en que las mujeres necesitamos estar más tranquilas.»

La regla es como una interrupción fastidiosa.

Uy, ¡si lo viéramos así habríamos avanzado mucho!

No te entiendo.

Significaría que hemos comprendido que existe el ciclo menstrual y que nos afectan los cambios químicos. Mucha gente niega que esto le pasa, y también la existencia de estos cambios físicos y anímicos. Eso es lo que más angustia: creer que esos cambios sólo te pasan a ti, que es un síndrome, que eres bipolar. Somos hijas del “eso está superado”.

¿Qué quieres decir?

La creencia de que el ciclo menstrual no tiene por qué afectarte, de que eso es un cuento chino. Nos venden que es algo biológico que tiene que ver con la reproducción, pero si fuera solamente fuera eso no nos sentiríamos locas ni estúpidas.

Aceptarlo es como reconocer que no eres lo suficientemente fuerte como para resistir a ese huracán de hormonas.

Las madres del feminismo tuvieron que negar el cuerpo, porque es lo que nos condena. Ahora las hijas tenemos que alzarnos y decir: vivo en un cuerpo que cambia, hay días que me como el mundo y otros me quiero cortar las venas.

«Si la regla solo tuviera que ver con la reproducción, no nos sentiríamos locas ni estúpidas. Vives en un cuerpo que cambia, hay días en los que te comes el mundo y en otros te quieres cortar las venas.»

Tú vas más allá y dices que en la fase premenstrual somos más auténticas, sinceras y lúcidas.

Cuando dices que un número considerable de gente te cae mal, estás siendo lúcida. Porque tiene tus motivos, ¿no?

Así es.

La fase premenstrual te otorga capacidades diferentes: eres más intuitiva, puedes leer un párrafo 20 veces y no lo entiendes, pero captas más rápido la idea. Eres más justa: cuando lloras con el telediario no es que tengas un problema, sino que vives en un mundo cruel y te has pasado dos semanas en otro planeta.

Es otra forma de verlo.

Ser mujer en esta sociedad es una mierda muy gorda, y en esta fase se hace más evidente que nunca. No es que en esta fase tengas rabia, es que ves el dolor y tienes motivos, estás muy encabronada.

Pero me reprimo, o al menos lo intento mucho.

Sale la policía que llevas dentro, como decía Foucault, y te dices: “¡No lo hagas!”, “¡Son cosas tuyas!”. Tienes los motivos, la potencia y la rabia. Lo estás viendo y te lo tragas. Es entonces cuando estás siendo violenta contigo misma.

 «La sociedad en que vivimos es puro estrógeno. Rechaza la progesterona porque no es productiva.»

Creo que voy a llorar. 

Muchas mujeres se dicen: “Soy pacífica, yo estoy por encima de los conflictos”. Pues bien, están tragando mucha mierda y se están maltratando a sí mismas en nombre de un comportamiento razonable. Pero eres tú o los demás. Una persona te sacude y sin quererlo te sacudes a ti misma por no haber respondido. Acabas herida por todas partes.

Sin embargo, cuando aprendes a enviar a la gente a tomar viento la fase premenstrual se vive con menos rabia, y puedes dedicarla a la creación. Te lo digo por propia experiencia.

¿De dónde procede todo este desconocimiento, y ese desprecio hacia nosotras mismas?

Por un lado está el traje de mujer, el aprend¡zaje de género. Piensa que los hombres trans, que menstrúan, no tienen esos dilemas ni esa culpabilidad. En el traje de hombre, reaccionar cuando algo te toca los cojones es bueno.

Ahá.

Si te sientes sensible es una mierda, porque es femenino. Si te sientes como Hulk es genial porque lo asociaimos a lo masculino. Aspirar a los valores masculinos es subir un peldaño. Sin embargo, que un niño quiera vestir de rosa es degradante. La feminidad es una construcción cultural cruel.

«Para algunas mujeres, te pones la compresa y ya está. Aprendes a vivir la regla como una condena: tápate la nariz hasta los 50.»

¿Y por otro lado?

En gran medida tiene que ver con la relación que tenemos con nuestras madres, que son quienes nos explican cómo es un cuerpo de mujer y nos enseñan cómo lo viven ellas, que a su vez lo heredaron de mujeres que vivieron una dictadura. Muchas son de las de superarlo: te pones la compresa y ya está. Aprendes a vivir la regla como una condena: tápate la nariz hasta los 50.

La mía es de esas.

Hay un estigma ahí. Tu madre y tú os veis obligadas a superar las hormonas, a superar vuestros cuerpos. No podéis fallar porque se supone que sois lineales, como todo el mundo. Se niega la evidencia.

Pregunta práctica: en mi oficina las chicas nos dopamos para aguantar. ¿Está mal?

No es bueno doparse, pero tampoco perder un trabajo. La precariedad laboral femenina es una rueda perversa que nos afecta a todas las edades. Doparse no es la solución, pero es una vía para mantenerse en el mundo, que es el que es. Descansar es de ricas, aunque es necesario.

¿Qué se puede hacer?

A nivel de productividad se ha demostrado que es mucho mejor descansar cuando toca, pero vivimos en un país mediterráneo que cree que cuantas más horas pases pegada a la silla, más vas a producir. Yo apuesto por un intermedio. Reducir el ritmo y dedicarte un poco más de tiempo esa semana. Es una de las cosas que trabajamos en la comunidad educativa Soy 1 soy 4.

«Si te sientes sensible es una mierda, porque es femenino. Si te sientes como Hulk es genial porque lo asociamos a lo masculino.»

¿Cuántas sois?

Más de 300, ya no quedan plazas. La comunidad surgió a raíz de mi trabajo en este campo. Allí cuelgo mis estudios e investigo en función de las necesidades de las mujeres. También se generan grupos de apoyo. Es necesario que haya una comunidad para que el aprendizaje no se quede en un “curso bonito” que no puede aplicarse a la vida real.

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Como un sindicato de la menstruación.

Tiene que haber sororidad. Tenemos un grupo para trabajar esto, “Ni buena ni tonta”. Las mujeres tenemos miedo a ser bordes y a que la gente se enfade cuando reaccionamos. Hay que avanzar hacia un mundo donde se pueda descansar y donde se pueda mandar a la mierda a la gente que nos cabrea.

Dices que la menstruación no es algo natural, sino una reacción cultural a un proceso químico.  ¿De verdad duele porque la percibimos como negativa?

Somos animales. A mi perra no la veo cuestionarse lo que es cultural o natural, porque eso ya es generar cultura. Eso no significa que los procesos biológicos no sean ciertos. Partiendo de ahí, la menstruación es un proceso fisiológico que no debería doler.

«No es bueno doparse, pero tampoco perder un trabajo.»

Explícate.

Menstruamos en un mundo hecho contra y sobre nosotras. Estamos estresadas por el hecho de menstruar, de no poder perder trabajo, de no poder descansar. Debido a nuestra cultura judeocristiana hemos aceptado que todos los procesos fisiológicos femeninos tienen que doler.

Hay muchos casos en los que un mal diagnóstico del dolor termina con la muerte de las mujeres: un ejemplo son las endometriosis. Ante el dolor, el médico dice que es normal y te da unas pastillas.

Pero yo siendo dolor.

Las contracciones para expulsar el endometrio las tienes que sentir, forma parte de la normalidad.

Si estás todo el día sentada en una oficina es posible que tengas el útero desnivelado y las caderas se descompensen, y que te duela más porque las contracciones son más ineficientes y se multiplican. Si estás estresada aumenta la prostaglandina, una hormona para expulsar el endometrio: las contracciones son más fuertes y más inefectivas. A todo esto habría plantearse qué es el dolor.

¿Qué debe ser el dolor?

Hay una diferencia entre el dolor y el sufrimiento. Si te duele pero estás tranquila en casa es muy distinto a si sufres aguantando en una oficina, cuando tu cerebro no está para eso. Hay que practicar el descanso, hay que marcar límites y sacar la agresividad.

«Hay que avanzar hacia un mundo donde se pueda descansar y donde se pueda mandar a la mierda a la gente que nos cabrea.»

Tras 5 años trabajando como pedagoga menstrual, ¿qué destacarías?

Las mujeres no podemos ser débiles en un entorno que nos maltrata tanto. Es imposible, no conozco a ninguna mujer débil. Pero eso no significa que lo que hay a tu alrededor no sea una mierda, porque lo es. Mi trabajo se basa en decir: tú no eres la que está mal, no eres defectuosa. Menstruar mola, pero en esta sociedad duele.

¿Algún briconsejo para no tener que explicar el mismo cuento a los novios cada mes?

Me lo piden sin parar. Tendré que hacer una infografía para las neveras. Veamos: el traje de hombre no ha sido confeccionado para gestionar emociones. Si estás transmitiendo unos sentimientos auténticos y esa persona no te entiende, el problema lo tiene la persona que fue educada para bloquear las emociones. Eso hace muchísimo daño a las mujeres.

¿Cómo vas a gestionar tu mierda si nadie habla tu idioma, si nadie te entiende? Luego resulta que a todas nos jode lo mismo, y somos nosotras las que tenemos que hacer terapia. Sin embargo, mostrar todas las cartas tiene un riesgo de manipulación.

«Hay una diferencia entre el dolor y el sufrimiento. Si te duele pero estás tranquila en casa es muy distinto a si sufres aguantando en una oficina, cuando tu cerebro no está para eso.»

¿Qué quieres decir?

Si enseñas todas las cartas a tu novio o a tu jefe y sabe lo que te va a pasar en cada fase pueden jugar con esa información. Si te tienen que contar algo que te va a enfadar mucho, te lo contarán en la ovulatoria. Si un jefe te da dos días de fiesta para descansar, igual te pide que trabajes 12 horas en la fase preovulatoria. Me da un poco de miedo, no tengo todas las respuestas. Lo que sí tengo claro es que es necesario que tú utilices esa información a tu favor.

¿Por ejemplo?

Si tienes que ir al banco y pedir un préstamo, ve en la fase ovulatoria. La regla está en la cabeza. ¡No vayas a punto de tener la regla, alma de cántaro!

Organizarse la vida según el ciclo parece ciencia ficción.

¡Sí! Pero si lo piensas, es más ciencia ficción organizarse la vida según lo que dijo un señor de la Edad Media que diseñó el calendario semanal. En vez del día del señor, haz que exista el día de la señora. Descansa si el cuerpo te lo pide. Siempre notarás los beneficios.

«Las mujeres no podemos ser débiles en un entorno que nos maltrata tanto. Es imposible, no conozco a ninguna mujer débil.»

Alabada seas.

No puedes cambiar tu forma de vivirte sin decirle al mundo que está equivocado. No podrás vivirte de otra forma sin cambiar el sistema. La fase premenstrual no hay que superarla, es un instante de honestidad brutal.

Somos cíclicas, tenemos límites, la mala hostia forma parte de nosotras, no vivimos en un anuncio de compresas. ¿Todo esto se aprende en tus talleres?

En mis cursos te das cuenta de que lo que explico ya lo sabías. No aprenderás nada nuevo. Lo que me emociona y me da rabia es que tenga que existir alguien como yo que te de permiso para sentirte como te siente. Me parece precioso, pero me lo odio a la vez. Que tenga que venir alguien y darte demostraciones intelectuales para que hagas lo que te salga del coño.

«Organizarse la semana en función del ciclo suena a ciencia ficción, pero más ciencia ficción es el calendario semanal inventado en la Edad Media. En vez del día del señor, haz que exista el día de la señora.»

Entrevista a:

Erika Irusta (1983), nacida en Barakaldo, es miembro de la Society for Menstrual Cycle Research, en Estados Unidos.

http://www.playgroundmag.net/articulos/entrevistas/Menstruar-mola-sociedad-duele_0_1631236877.html

 

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