Bienvenidos al mes de vacaciones por excelencia … Agosto … (al menos en el Hemisferio Norte).

Para mi las vacaciones es el momento perfecto para hacer las paces con uno mismo/a. Y la mejor manera de hacer las paces con uno mismo/a es respetando tus ritmos personales.

Nos pasamos todo el puñetero año corriendo como lagartijas de un lado a otro, apresurándonos, apretándonos, agobiándonos, exigiéndonos, corriendo para hacer y cambiar cosas. Y está bien porque este mundo todo esta hecho para cambiar y para moverse (o para cambiarlo y moverlo).

Nada permanece, todo deriva, se mueve, transmuta, se transforma, cambia de lugar, de elemento, y de estado … lo único constante y que permanece es el cambio. Y nosotros con todo ello, somos pasajeros de este cambio.

De hecho es imposible quedarse donde estas: la tierra gira a 463 m/seg sobre su eje, a 29,79 Km/seg alrededor del Sol, y nos movemos a 216 km/seg respecto al centro de la galaxia.

Así que pa’ quedarse donde estas, verdaderamente quieto, lo tienes claro.

El secreto en este hermoso caos en movimiento, en este caldo de cambio, es encontrar nuestro ritmo, nuestro pulso, nuestro latido, nuestro tempo. Es fundamental para no perdernos, para no agotarnos, para operar con soltura y dignidad recuperar de vez en cuando ese ritmo que nos es propio. Recuperar tu ritmo al hablar, al andar, al pensar, al decidir …

Todos tenemos un ritmo optimo, un ritmo favorito, un compás propio; lo sepamos o no todos tenemos una velocidad en la que nos sentimos a gusto.

También es verdad tenemos otros ritmos, otros tempos en los que también podemos operar, podemos adaptarnos, pero quizás no estamos tan cómodos porque se alejan de nuestro ritmo natural y nos exigen mas desgaste personal.

Las células de nuestro cuerpo, incluso tu corazón, necesitan ese tempo constante y propio, para alimentarse, para recibir el oxigeno, para limpiarse y funcionar mejor en conjunto.

Por eso creo que es importante, fundamental, vital y prioritario que en nuestro pequeño período vacacional nos permitamos recupera aquellos ritmos que nos son propios y en los que nos sentimos mas a gusto. Si quieres correr, corre, si quieres dormir, duerme, si quieres frenar, frena, si quieres acelerar, acelera, pero se coherente con el ritmo que te piden tus células al menos durante unos días.

Si tu pareja y tu tenéis diferentes ritmos, pacta tiempos y espacios; si la familia te exige un ritmo que no es el tuyo, pacta tiempos y espacios; si tu mismo ni te aclaras de que quieres, genera espacios y actividades que te conecten con aquello que eres y te gusta hacer. ¿Una buena pista?… ¿Qué te gustaba hacer en vacaciones cuando eras niño/a? … pues empieza por ahí.

Este verano permite que los 7 billones de células que te dan vida y te hacen posible funcionen al mejor ritmo posible, permite que tu corazón se calme y se ría para sus adentros. No hay nada tan bonito como un corazón que se sonríe y unas células que respiran en un ritmo acompasado y feliz.

Comed bien. Moveros suficiente. Nadad en el mar. Cuidad con ternura. Visitad personas que os hacen bien. Descansad suficiente. Observad a vuestro alrededor. Mirad con atención. Reíros mucho. Permitiros. Dejad que vuestro cuerpo dicte el ritmo para poder recuperarse. Es verano, hay que cuidarse y quererse.

Un abrazo y feliz verano

(un fondo de pantalla chulo, click aquí)

FELIZ VERANO II

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