No existe una formula única y válida para todos que defina que crea o que da la felicidad, o una formula única de que crea o te lleva a la infelicidad o la tristeza.
Ni el dinero, ni la salud, ni una carrera profesional brillante, ni unos hijos magníficos, ni una fantástica pareja, ni experiencias emocionantes, ni una casa estupenda te aseguran que vayas a ser feliz.
Y lo contrario tampoco es garante de que seas un infeliz o te sientas desgraciado en todo momento.
(aunque aceptamos que unos mínimos vitales de amor, salud y dinero ayudan bastante-mucho a propiciar la felicidad, o a facilitarla).
La felicidad o la infelicidad siempre dependerá de la percepción y la valoración que la persona haga de lo que sucede.
La emoción de la felicidad siempre va ligada a la percepción de algún tipo de ganancia, de algún tipo de logro. Sea el que sea. De que hay algo que entra en tu vida que es bueno para ti. Que hay algo que sucede en tu vida y que tu lo percibes como una ganancia. Eso aporta y crea felicidad.
Porque ya desde muy primates, desde muy simios, nuestra especie se programó para “celebrar”, para sentirse feliz, cada vez que conseguía algo valioso, y para entristecerse cada vez que perdía algo valioso. Ese juego de ganancia/perdida y felicidad/tristeza forma parte de nuestra evolución como especie y de nuestra supervivencia. Porque si no te alegrabas cuando “ganabas” algo y no te entristecías cuando lo “perdías”, muy probablemente no tuvieras motivos para valorar la ganancia o la perdida, y entonces ¿Para que esforzarse? o ¿que comportamiento repetir? o ¿Para que luchar? o incluso, ¿como saber lo que es bueno y lo que no lo es?
Esa es una de las funciones fundamentales que han realizado las emociones en centenares de miles de años: darnos la información sobre lo que es bueno para nosotros y lo que no lo es. Lo que preferimos y lo que no preferimos. Las emociones son información que nos guía.
Pero claro vivimos en unos tiempos de sobre-saturación informativa. Nuestro pobre cerebro mamífero intenta valorar las cosas por su justa medida, pero es que hay tanta información, tanto ruido emocional que cualquiera se aclara!!
Pero retomemos la ecuación primordial que antes decia:
Ganancia – Alegría
Pérdida – Tristeza
A la que prosigo con una pregunta:
¿En todo esta sobreexposición informativa y ruido emocional que hay, que dependa de nosotros, que nos pueda asegurar que percibimos ganancia en nuestra vida, y por tanto nos aportará felicidad?
La respuesta es: progresar.
Progresar, mejorar, aprender, crecer, sentir que estamos avanzando es incuestionablemente percibido como ganancia. Avanzar hacia algo, sentir que lo hacemos mejor, aprender a hacer algo … progresar.
Incluso si todavía no has llegado a donde querías estar, si sientes que estás en el camino, mejorando, haciendo progresos … te va a encantar, te vas a sentir vivo, y eso tiene mucho que ver con sentirse feliz.
PROGRESO PERSONAL = FELICIDAD
Y quizás haya quien diga: ¿Progresar? ¿De que me estás hablando? Del cuento de “si te esfuerzas lo logras, si lo logras eres mejor y entonces te sientes realizado y entonces …” … y entonces que? ¿Toda la vida corriendo para conseguir dios-sabe-que? ¿Como un hámster dando vueltas a la ruedita de la jaula? ¿Qué rollo cienciológico es este?
Bueno, es que es pura lógica: ¿qué depende de mi que puede suponer una ganancia? Mi esfuerzo y mi progreso. Puede ser que mi progreso sean cosas nimias, tontas, pequeñas, cotidianas, pero da igual mis pequeños progresos, mis pequeñas victorias son lo que alimenta mi alma con pequeños sorbos de felicidad. Porque estamos programados para sentirnos felices cuando ganamos algo.
Por poneros un ejemplo. Seguro que tienes algo en tu vida, alguna área, algún tema, algo en tu vida que es importante para ti y te gustaría llevar mejor, que te gustaría que estuviera de otra manera, que fuera diferente, porque tal como está o es ahora no te gusta, mas bien te disgusta. Y cada día que pasa con esa percepción de “no está como me gustaría que estuviera” es una percepción de perdida, y por tanto un sorbito de tristeza, de decepción, de descontento.
Puede ser la relación con tu pareja (o la ausencia de ella), tu forma física, tu satisfacción laboral, tu dieta, tus habilidades de relación con otras personas, tu relación con tus padres, tu humor al levantarte por la mañana, el contacto con tus amigos, tu capacidad de llevar una agenda o el orden en tu casa. Cualquier cosa que te mortifica o te pesa cada día y que estás harto/a de que se interponga entre tu visión de cómo te gustaría que fueran las cosas y como son ahora. Entre la imagen de cómo podría ser y de cómo es.
Y esta diferencia, este espacio es un pequeño tormento. Pero ¿acaso hacemos algo al respecto?, ¿si? ¿seguro? ¿siempre?
Pues mira, precisamente ese espacio que separa lo que es de lo que podría ser es lo que te da la mejor oportunidad de ser-feliz-cada-día.
Profesionalmente como Coach lo veo cada día. Como las persona se alegran y se transforman en personas felices a medida que van logrando todo lo que se proponían.
Pequeño, grande o mediano, da igual, lo importante es sentir que están avanzando, que se perciben y perciben su entorno como “mejor que antes”, y “mucho, mucho mejor que antes”, y como “¿Y sigo progresando!”.
Esto es lo que veo que hace felices a las personas que hacen un proceso de coaching: Progresar.
Hubo una persona que saco su primer sorbo de felicidad en mucho tiempo del hecho de haber logrado implementar el hábito de hacerse cada día un desayuno cinco estrellas en casa antes de ir al trabajo. Descubrió que eso era importante para ella y que era una cosa que quería realmente. Claro que eso requería que se levantara una hora antes, y eso a su vez que se fuera a dormir una hora antes, y no le fue nada fácil cambiar sus hábitos, pero cuando lo consiguió dio un salto quántico hacia la felicidad y hacia la consecución de sus objetivos.
Cuando terminamos el proceso me dijo: “No hubiera sido posible sin los desayunos. Es que ahora soy feliz ya des de que me voy a dormir pensando en el desayuno de mañana!”
Los progresos, las pequeñas victorias son la fuente de felicidad y de energía que nos conecta con la vida y con lo que somos y queremos.
Felicidad, progreso y pequeñas victorias son tres perlas del mismo collar.
Así que levántate o quédate sentado, pero sea como sea, márcate un maldito objetivo que sea importante para ti y ponte en marcha desde ahora mismo. Porque cada progreso que hagas en esa dirección marcara tu diferencia y te permitirá darle un trago a la copa de la felicidad.
¿Que es lo primero que vas a que hacer?
Banda Sonora: http://www.youtube.com/watch?v=rGKfrgqWcv0
Andreu,Excelente árticulo Bss
El 7 de marzo de 2013 00:07, SomosIncreibles
Quizá el paso más difícil y en el que, habitualmente, nos rendimos es el de cambiar los hábitos para conseguir ese pequeño progreso.
Quizá, necesitamos concienciarnos cognitiva y emocionalmente del esfuerzo que nos costarán esos cambios, y buscar la pequeña ganancia a corto plazo que nos anime a seguir rompiendo el hábito, erosionándolo, oleada tras oleada de determinación.
Y es que, tal vez, todo empieza por un buen desayuno a todos los niveles, incluído el emocional.