Las historias contadas existen si hay quien las escuche. Por eso hoy, aprovechando que estáis aquí, os voy a contar una historia …

Hace 160.000 años aproximadamente caminó por la tierra el primer Homo Sapiens, el primer humano tal como lo conocemos hoy, es decir el primer humano igual que nosotros. Este sapiens tenia el mismo cerebro, el mismo diseño cerebral que nosotros. Es decir, llevaba el mismo procesador central, la misma ram y el mismo disco duro que tenemos hoy nosotros dentro de nuestros craneos. Si, amigos, nuestros diseño cerebral es realmente muy antiguo: tanto de “hardware” como de “software”.

Este señor o señora, tenía en verdad una vida muy distinta a la nuestra. Cazaba, recolectaba, cuidaba de sus crías y procuraba mantenerse a salvo de las inclemencias, de los depredadores y de miembros malintencionados de otras tribus (y de la suya propia en ocasiones, hay malintencionados y pobres de espíritu en todas partes).

Este “señoro” tenia en realidad las mismas necesidades (no solo fisiológicas) sino psicológicas que tu tienes: control, seguridad y afiliación; es decir:

  1. sentir que tienes las cosas bajo control, que no pierdes los papeles
  2. tener cierta seguridad de continuidad y que las cosas van a ir bien en futuro
  3. sentirse aceptado, querido, valorado por los semejantes y allegados.

La diferencia es que este señor no estaba 16 hora al días conectado a internet, ni pagaba hipoteca, ni tenia los medios vomitando noticias de todos los desastres que pasan en el mundo en tiempo real, ni tenia plazos de entrega, ni le acosaban con sugerencias comerciales, ni tenía distracciones e interrupciones constantes, ni jefes que le fiscalizaran el trabajo, ni crisis económicas anunciadas a gritos durante años, ni políticos absurdos profetizando el fin del mundo o simplemente provocándolo …

Es decir, este señor del paleolítico tenía infinitamente menos estresores psicológicos de los que tenemos hoy. Sus estresores eran mucho mas inmediatos y evidentes: tenemos que comer, hoy va a llover, se acerca el invierno, que es eso que se mueve ahí? …

Lo cual no quiere decir que no se estresara, sino que quizás solo se estresaba cuando hacía realmente falta y le resultaba útil estresarse. (Robert Sapolsky, doctor en neuroendocrinología, tiene un libro muy acertado que se titula “Porqué las cebras no tienen úlceras”(2008), y precisamente comparte la tesis que las cebras no tienen úlceras porque sólo se estresan puntualmente y cuando realmente les resulta necesario.)

Además, los seres humanos de hace 100.000 años sólo vivían unos 30 años de media con lo cual no tenían que hacerse fondos de pensiones, ni sufrir porque no se van a poder pagar las jubilaciones, ni por futuros inciertos y amenazadores.

Digamos que era una vida mas corta, más arriesgada, más intensa y más inmediata, con todo lo que eso tiene de bueno y de no tan bueno. Pim-pam, un pato lo cazo, lo desplumo, me lo como y mañana será otro día. Aquellos humanos si que vivían en mindfulness total, en el inmediato aquí y ahora.

Viajemos ahora al presente ... tienes el mismo “bicho”, con el mismo cerebro y con las mismas necesidades psicológicas en un mundo que:

a) cambia a una velocidad absurdamente alta

b) es un mundo mucho mas impredecible

c) tiene unas exigencias cognitivas muchísimo mas elevadas (“bulimia” de información constante)

d) mas individualismo y menos tribu

(algunos llaman a esto un mundo VUCA, yo lo llamo “Good Morning Vietman!”)

Resultado:

a) menor sensación de control y seguridad

b) atención dispersa, vivimos en un mundo crónicamente despistado

c) mayor sensación de soledad y desarraigo

El resultado es vivir en una urgencia casi continua y un desasosiego perpetuo que sólo ponemos en pausa cuando miramos Netflix o nos sumergimos con mirada cerril en el absorbente rectángulo del teléfono, buscando un poco de alivio, de desconexión o de huida.

 

Todo esto desemboca en una crisis de salud psicoemocional evidente (el 24% de las bajas laborales en España son de origen psicosocial). Como psicólogo veo como las personas se drogan para poder dormir (y bien que hacen en algunos casos), como destruyen su salud intestinal por efecto del estrés crónico, como se enganchan a series para olvidar, como olvidan el cuidado (que debería ser devocional) de sus relaciones personales, como han desarrollado una incapacidad aparente para la lectura, como viven en un hartazgo crónico de todo, como se endeudan para comprar cosas en busca de la felicidad prometida, y como han desarrollado una coraza de crítica y queja compulsiva para protegerse de si mismos y sus responsabilidades.

Todo esto no es gratuito. Los índices de trastornos por depresión o trastornos ansiosos casi se ha duplicado en 10 años y se ha multiplicado por cinco respecto a los años 80’ (especialmente en la población adolescente y post-adolescente). El consumo de fármacos ansiolíticos y antidepresivos se ha disparado. Es bastante cercano a una pandemia, y no exagero.

 

Dicho de forma sencilla: nuestro cerebro no fue diseñado para tanto alboroto. Por eso me atrevería a decir que, si puedes, hazte un favor, y dedica más tiempo a respirar en lugar de mirar tu smartphone. Dedica mas tiempo a escuchar a las personas cuando te hablan. Dedican mas tiempo a cocinar cosas ricas y sanas con calma y cariño. Detente en mitad del día y dedícate 5 respiraciones tranquilas que te permitan “volver a casa” y recuperar tu centro. Dale silencio a tu cerebro, aprende a ponerte en pausa por unos minutos, aunque sólo sea en el autobús o esperando el café con leche en la barra. Dedica esos momentos a simplemente disfrutar de respirar y mirar alrededor, en lugar de sucumbir a la tentación de mirar el móvil una y otra vez como si fueras un mono amaestrado (eso no te dará paz ni salud).

A estar bien se aprende, estar bien a nivel psico-emocional, es algo que se entrena. Habrá personas que les resultará más fácil estar bien, y a otras les resultará más difícil, pero tu cerebro es capaz de cosas maravillosas si lo entrenas, entre ellas a:

  • recuperar la calma con mas facilidad
  • concentrarse y mantenerse enfocado a voluntad
  • detener pensamientos en bucle que no resultan útiles
  • animarse y darse coraje en un mal día

; pero claro, requiere esfuerzo, voluntad y continuidad. No hay remedios mágicos, hay constancia y entrenamiento.

 

Por ejemplo, en un día malo, en un día que tu cerebro sólo percibe peligro y problemas, o en un día que todo es difícil y complicado … detente, para, presiona el botón de pausa, y aplícate lo que yo llamo el “DESCATASTROFIZADOR” en 4 pasos:

  A. DATE CUENTA QUE ESE DIÁLOGO INTERNO TAN SÓLO SE TRATA OTRA VEZ DE TU CEREBRO CONTÁNDOTE MILONGAS PARA NO DORMIR. ES SÓLO TU CEREBRO, OTRA VEZ, INTENTADO PROTEGERTE TORPEMENTE DE TODOS LAS HIPOTÉTICAS POSIBILIDADES REMOTAMENTE PELIGROSAS QUE SE PUDIESEN DAR EN UN FATÍDICO FUTURO. Y CREEME, PUESTOS A IMAGINAR CATÁSTROFES TU CEREBRO TIENE UN MASTER.

B. HAZTE ESTA PREGUNTA: ¿EN QUE PROCENTAJE ESTÁS SEGURO DE QUE ESO VA A OCURRIR? PONLE UN % DE LA SEGURIDAD ABSOLUTA QUE TIENES DE QUE ESO QUE TE PREOCUPA Y TE IMAGINAS VA A OCURRIR. 30%? 20%? 60%?

C. EN CASO DE QUE OCURRA, ¿EN QUE MEDIDA VA A SER CATASTRÓFICO, DEVASTADOR, APOCALÍPTICO Y VA A ACABAR CONTIGO, CON TU VIDA Y CON TODO? … QUIZÁS, PUEDE SER QUE, SI PASA, PUDIERA NO ARRASAR CONTIGO Y CON TU VIDA DE FORMA TAN CATASTROFIZANTE … QUIZÁS NO SEA TAN MALO COMO TE IMAGINAS.

D. EN CASO DE QUE OCURRA, ¿NO PODRÍA SER QUE PUDIERAS HACER ALGO AL RESPECTO? TAL COMO HAS HECHO OTRAS VECES ES POSIBLE QUE TENGAS RECURSOS, CAPACIDAD Y ALTERNATIVAS PARA RESOLVERLO, ARREGLARLO, O SIMPLEMENTE CONTINUAR POR OTRO CAMINO.

 

Vivimos en el cuento que nos contamos, por eso creo que es un buen entrenamiento, para empezar, aprender a cambiar las historias que nos contamos: detente, respira y «descatastrofiza» regularmente. Poco a poco le resultará más fácil a tu cerebro hacerlo de forma más rápida y más efectiva. Ha estar bien se aprende.

El otro día en Sevilla estaba explicando esto y una asistente pidió la palabra y dijo: “¿Entonces lo que usted está diciendo es que tenemos que aprender a mandar las cosas al carajo más a menudo …?”, pues si, algo así, porque como decía Mark Twain: “Soy un hombre muy viejo que ha sufrido muchos infortunios, la mayoría de los cuales no han ocurrido nunca.”

Un abrazo y entrena tu cerebro para ser un poco más feliz.

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