A veces te puedes encontrar en mitad de una discusión o de una negociación de cualquier tipo y percibes que el otro está empezando a “secuestrarse amigdalarmente” (https://somosincreibles.com/2019/09/09/aprender-a-recuperar-el-centro-y-no-permitir-el-descentre-amigdalar/), se está poniendo tenso/a, se está enojando, sintiéndose molesto/a, y empieza a adoptar posturas agresivas-defensivas.
Pues bien, ten por seguro que si continua esta escalada emocional no vais a llegar a ninguna parte deseable o prometedora. El acuerdo es IMPOSIBLE si el/la otro/a está en semi-secuestro amigdalar (molesto, enfadado, angustiado, reactivo), repito, es IMPOSIBLE llegar a nada. A partir de un cierto nivel de activación amigdalar las personas somos totalmente incapaces de razonar con claridad o sentido común, y se reduce nuestro coeficiente intelectual de forma dramática.
Se puede proceder de muchas maneras, habría varias estrategias habituales (poco aconsejables):
– Estrategia de escapismo: Puedes irte, abandonar la habitación y mandar al carajo a la otra persona. Te piras y que se la den con queso.
– Estrategia de sumisión: Puedes callarte y acatar/aceptar lo que está diciendo (o gritando) el/la otro/a … no sea que se enfade más.
– Estrategia del energúmeno: Puedes sumarte al carro del “secuestro amigdalar” y empezar a gritar, amenazar, quejarte, acusar, vociferar, golpearte el pecho y rasgarte las vestiduras.
– Estrategia de la Reina de Inglaterra: sonreír y saludar, y por un oído te entra y por el otro te sale, e incluso aderezarlo con un poco de pasivo agresivismo (“… Pues anda que tu …”).
Por mi experiencia ninguna de estas cuatro funciona demasiado bien si la relación con la otra persona (relación personal o profesional) es de cierta importancia para ti, o si lo que se está discutiendo o lo que está en juego también reviste cierta importancia para ti.
[un apunte: en el caso que la otra persona a ti ni te vaya ni te venga (no tienes ninguna relación personal o profesional importante con el/ella), o el tema que está en juego a ti ni fu ni fa para nada, en ese caso es mejor hacer un Reina de Inglaterra en todo regla; sonreír y saludar mientras piensas “claro que si bonita …”. Hay que escoger nuestras batallas.)]
En caso que la persona, la relación o el tema en cuestión revista cierta importancia para ti, y quieras llevar la conversación o la discusión a buen puerto, prueba a hacer lo siguiente: ESTRATEGIA DE CONCILIACIÓN
4 PASOS PARA UNA ESTRATEGIA DE CONCILIACIÓN EN UNA CONVERSACIÓN TENSA
1. COMPRENDER COMO SE SIENTE LA OTRA PERSONA Y VALIDARLO. Esto te podría resultar difícil o extraño porque podría parecer que estás reforzando sus argumentos y sentimientos negativos. Pero en realidad no lo estás haciendo. Cuando expresas de forma abierta y sincera que entiendes porque el otro/a se siente así, no estás de acuerdo con ellos ni justificas su negatividad, simplemente le estás mostrando de forma honesta que entiendes cómo se siente (independientemente que estés de acuerdo o no con los argumentos o los motivos de la otra persona).
Se trata de validar los sentimientos negativos, la preocupación, la frustración o la indignación de la otra persona; y no por eso validar los argumentos o posiciones.
2. ENCUENTRA UN TERRITORIO COMÚN. No tienes porqué estar de acuerdo con todo lo que han dicho, pero:
Si puedes, concuerda en algo de lo que dicen. Si compartes alguna de sus frustraciones, hazles saber cuál o que parte también sientes como una molestia, una frustración o un problema igual que ellos/as.
A su vez encuentra un aspecto o un bien mayor en el que estáis de acuerdo indiscutiblemente, y que es algo que para las dos partes es valioso y queréis preservar o conseguir. Esto te permitirá, a lo largo de la conversación o discusión, volver a este argumento indiscutible (“territorio común”) cuando la conversación/negociación/discusión se descarrile peligrosamente.
Durante los pasos 1 y 2, estás mostrando cierto nivel de “acuerdo” con el otro, en lugar de mostrarte en directa oposición o resistencia. Estás dejando espacio al enfado y/o a los miedos de la otra parte, e incluso compartiéndolos hasta cierto punto. Lo que esta postura o disposición facilita, la mayoría de las veces, es que la otra parte reduzca su nivel de beligerancia, cabreo o angustia. Les ayuda a sentir que tu no eres el “enemigo” o la oposición crítica, y que por tanto no tienen que defenderse tanto porque los dos estáis, en cierto modo, juntos en intentar solucionar esto.
Los pasos 1 y 2 yo los llamo de «Estabilización»: entiendo porque te sientes así, comparto en cierto modo tu sentimiento, y creo que los dos estamos de acuerdo en que …»
En lugar de decirle a la otra persona que por favor no se muestre tan negativa (lo cual seguro que se lo toma mal o lo niega), le puedes decir que compartes su preocupación, y que tampoco sabes muy bien como lidiar con este tema, y que incluso tú también te sientes frustrado con este tema. Es una forma de decir “estamos juntos en esto, no somos diferentes”.
3. DIRIGE LA ATENCIÓN A LO QUE SI FUNCIONA. Haz mención a otros aspectos positivos del tema en cuestión. Aquello que es bueno, positivo, agradable o beneficioso del tema en debate: “También es verdad que esto lo hemos conseguido …”, “La verdad es que no todo está mal, esto otro funciona …”, “Mira, a pesar que en esto estamos encallados también hay que reconocer que …”, “Y lo contentos que estamos con esto otro …”, “Además tu en esto ya has demostrado que eres bueno/a …”, …
En este paso estas dando el primer paso para transformar la espiral descendente (que has estabilizado con los pasos 1 y 2) en una espiral ascendente.
4. HAZ PREGUNTAS QUE APUNTEN A UNA SOLUCIÓN O ACUERDO SUFICIENTE. ¿Y cómo crees que lo podríamos hacer para solucionarlo?¿Por donde podríamos empezar?¿Y tú que quieres?
El hecho de preguntar provoca que la otra persona se vea obligada (si realmente consigues que se pare a pensar en las respuestas a lo que le preguntas) a poner en marcha la parte más analítica racional del cerebro (prefrontal izquierdo), iniciando, a medida que se mantiene activado el lóbulo prefrontal izquierdo del cerebro, una disminución de la activación en los núcleos amigdalinos, con la consecuente disminución de la tensión, y la entrada en escena de la racionalidad y la posibilidad de acuerdo.
Un ejemplo de esto (si tienes hijos pequeños, entre 4 y 8 años, lo puedes probar) es cuando un niño/a se “secuestra amigdalarmente”, y le pilla un berrinche, enfado o disgusto por cualquier cosa y te la lía a gritos y llantos; puedes hacerle la siguiente pregunta: Oye, pero este problema que te disgusta tanto, ¿es grande, pequeño o mediano?. Si consigues que entre al juego de valorar el calibre del problema, y por tanto de pensar en las respuestas a las preguntas que le hagas sobre el problema, estarás facilitándole que se calme por la activación prefrontal derecha, que envía señales inhibitorias a los núcleos amigdalinos.
Por supuesto todo esto es más fácil decirlo que hacerlo, dado que primero de todo tendrás que atemperar tu propia reacción emocional a la situación o al propio comportamiento de la otra persona (a todos, quien más quien menos, nos ponen negros las personas que se quejan, la lían, te montan un número, o simplemente te llevan la contraria y nos sale el “bicho amigdalino” de forma reactiva). En el calor del momento puedes mandar a cualquiera a hacer puñetas con la facilidad con que te comes un donut. Pero eso es lo fácil, eso es el camino por defecto de los tontos emocionales, dejarse llevar por el pronto.
Enfadarse se puede enfadar cualquiera, hasta el más tonto y el más patán, pero redirigir y conciliar es trabajo de los hábiles e inteligentes emocionalmente.
Si tienes pareja o un socio de negocio con el que compartís un presente y un futuro quizás te resulte útil compartir estos 4 pasos con el/ella, para que podáis tenerlos presentes en la próxima lucha de gigantes (o berrinche de ratones).
Para acabar un pensamiento más: la actitud es como decides afrontar las diferentes situaciones que la vida te plantea, y es una elección consciente y deliberada.
Saludos.